Un costum, una forma d'entendre el currículum que sembla ser inseparable de la cultura escolar. No obstant això, el qüestionament de la idoneïtat del llibre de text com a eina bàsica del treball escolar és un tema que preocupa el professorat des de ja fa temps. Llegiu si no el text següent i no oblideu mirar qui el signa i sobretot quan.
Padres de familia, municipios españoles: Desconfiad, por lo menos, de toda escuela (pública o particular) que obligue a sus alumnos a ir cargados con el morral o la cartera, y que. vuestra desconfianza crezca a medida que el morral engorde y la edad infantil mengüe; poneos sobretodo en guardia si viereis que el morral desaparece y que, burla burlando el servicio queda. Os lo dice un maestro despierto, que lleva más de veinte años de práctica y que, poco a poco, se ha ido convenciendo de lo que ahora expone como cierto.
La enseñanza memorista y rutinaria, la enseñanza libresca han causado en el mundo un daño enorme, y más hondo de lo que generalmente se cree, porque no se examina la cuestión en sus cimientos. Oíd
Cuando la cultura científico-literaria bajó de las alturas académicas y claustrales para invadir lentamente los valles y las hondonadas populares, surgió por todas partes, en anhelo progresivo, el ansia general de individuos y pueblos que apetecían para su prole el saber moderno, la moderna civilización. Y sucedió entonces una cosa muy corriente en fenómenos de esta clase: el anhelo era vivo, pero las luces cortas. Tomáronse las apariencias por realidades, hecho frecuentísimo, que explica muy bien la serie de tumbos que á la humanidad le cuesta su incesante arribada á la cumbre del saber y de la dicha, y creyendo que el mero aprendizaje memorista era un verdadero saber, que el relatar era un pensar, que el imitar equivalía á la creación y á la invención, y teniendo a la vista la experiencia indiscernida del uso de los catecismos doctrinales, se juzgó resuelta favorablemente la cuestión de escribir catecismos de todo género de conocimientos para que los muchachos aprendiesen, utilizando sus facultades receptivas, cultivando lo inferior.
¿Qué diríais de un padre que, yendo tras el legítimo anhelo de que su hijo fuera alto, robusto y sonrosado, lo montara en zancos y lo revistiera de una cubierta de caucho en arreboles oportunamente localizados? Estallaríais de risa ó de indignación ante tal espectáculo: ¡tan ostensible aparece el disparate! Y, sin embargo, una cosa semejante ha ocurrido y ocurre en lo otro, y eso ha sido practicado, aplaudido y enaltecido por todo el mundo durante siglos, con la única exclusión de contadísimas personas (Montaigne, por ejemplo). Lo es aún hoy en varios sitios y para una gran masa de gente: nuestra nación es prueba de ello.
Y ¿cómo se explican las tragaderas del público y el gravísimo error de Gobiernos y profesores? ¡Ah! Por causas distintas (alguna muy oculta), porque el fenómeno se ha realizado y se realiza entre un cuadro de engañosas apariencias y otro cuadro de facilidades. Fácil, facilísimo es hacer un libro de texto: por eso se han hecho tantos y los han hecho tantos (y ¡tantos tontos!). Fácil, facilísimo el usar y abusar de ellos por los maestros, que sólo tenían que echar lecciones y tomarlas. Fácil, en cierto modo, aunque aburrido y repugnante (sobre todo para los seres mejor dotados), el aprendizaje y el recitado de las monsergas. Sumamente fácil la intervención paterna, á quien bastaba (sabiendo leer o ingnorándolo) querer saborear el dulce...engaño para que, embobado lo paladease. Y no hay que decir si es fácil y cómoda la sanción oficial por medio de los exámenes y la consiguiente expedición de títulos. Todo, todo fácil... para la mala obra.
Aún hoy las gentes ilustres que se ocupan afanosas en ensanchar programas, en hinchar ó deshinchar librotes, el pildorear planes, y no se cuidan de hacer profesores y de cambiar las faenas. Pero los resultados han producido espanto en los doctos y han hundido pueblos en la desgracia. Gama cada día más terreno en las capas sociales la convicción de que aprender de memoria no es pensar, ni relatar es saber, y los que hemos cambiado de labor lo vemos clarísimo cuán diferente es la tarea, cuán otra la dificultad, cómo surge el deleite en la obra viva y qué distinto es el resultado. Los que son en todos los países grandes pensadores á la vez que profesores sesudos, hablan de coger un hacha y entrar talando en el espeso matorral de libros y programas, si bien yo todavía no he leído cosa que completamente me satisfaga referente á concretar lo relativo al cambio de faenas. Es que aquí está lo difícil y quizá, quizá lo indeterminable.
No olvidemos que la enseñanza memorista, la enseñanza libresca iban tras un nombre objetivo: no lo han alcanzada ni podían alcanzarlo; han hecho la selección al revés, han dañado mucho. Pero el objetivo era y es bueno; hay que perseguirlo y ahondarlo. ¿Cómo? Todas las innovaciones pedagógicas modernas van tras eso: educación integral, gradación escolar, orden cíclico, forma socrática, intuición, excursiones y juegos infantiles, trabajos manuales...todo, todo. Más advirtamos á todo el mundo que corremos el peligro de errar por segunda vez si no distinguimos bien en esas cosas lo real de lo aparente, si pasamos á una nueva rutina en donde manoseemos la cubierta sin percibir ni tocar el nudo. El antiguo ideal (es aún corriente en varios puntos) era incompleto y, además, ha fracasado el procedimiento. Ampliemos el ideal y sustituyamos el procedimiento; pero calemos cuanto sea preciso y podamos para que nos acompañe la fortuna.
MANUEL POLO DE LA T. TORIBIO.
Septiembre de 1900, Madrid.
Publicat en número extraordinari del Eco de Cartagena del 8 de desembre de 1900: